- CAMINO MISIONERO -

- Encuentro Nº 1 -

- DIOS NOS ESTÁ LLAMANDO... -

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Objetivo:

Invitar a los participantes a vivir este camino de formación, con una actitud de escucha a la voz de Dios que llama.

 

Marco Teórico:

La vocación es un llamado particular que Dios hace a cada hombre para insertarse de una manera especial en el Plan de Salvación. Cada uno de nosotros está llamado por Dios a cumplir un papel en la vida. Dios nos elige desde antes de nacer para una misión especial en el mundo. Es preciso saber escuchar la voz de Dios y dejarse guiar por El para descubrir la vocación de cada uno. Para ello hay que ser perseverante y saber observar las señales que Dios nos da en la vida diaria. Este primer año de formación tiende a ayudar a los jóvenes a que escuchen la voz de Dios que los llama, y conocer la vocación misionera para ver si eso es lo que quiere Dios de cada uno de ellos.

 

(Lecturas complementarias para el animador: CIC 27; 44; 897-900)

 

Motivación: Juego "La Campanita"

Se lleva a los participantes a un lugar abierto y se los invita a jugar. Se solicitan dos tres voluntarios, que se apartan del grupo y alguien les venda los ojos. Mientras tanto, se reparte entre los que quedaron una campanita y otros elementos con sonidos semejantes (frascos de vidrio, vasos, objetos de metal, etc.) y se los ubica dispersos explicándoles el objetivo del juego. Se hace traer a los que tienen los ojos vendados, y se les explica que deben encontrar la campanita, haciéndoseles previamente escuchar su sonido para que la identifiquen. Una vez que comienza el juego, los que tienen los otros objetos, también comienzan a hacerlos sonar. El juego concluye cuando todos han encontrado la campanita. Puede repetirse el juego varias veces para que todos tengan oportunidad de haber buscado la campanita.

 

Reconstrucción. Una vez concluido el juego, se invita a que todos los que han participado comenten sus impresiones, qué tenían que hacer y cómo se sintieron en el rol que les tocó. Luego, en plenario, compartir en base a las siguientes preguntas:

1.- Identificar los roles de los distintos participantes e el juego.

2.- ¿Cuál era el objetivo del juego?

3.- ¿Cuál era la principal dificultad para cumplir el objetivo?

4.- ¿Qué otras cosas dificultaban lograr el objetivo?

5.- ¿Qué actitudes eran necesarias en el que tenía los ojos vendados para cumplir su objetivo?

 

Debe guiarse la discusión para que se lleguen a descubrirse los siguientes aspectos:

 

1.- Roles:

2.- El objetivo del juego consistía en encontrar la campanita.

3.- No fue fácil porque no se podía ver:  había que buscarla con los ojos vendados.

4.- Además habían otros ruidos que confundían e impedían escuchar el sonido de la campanita.

5.- Para ello había que escuchar su sonido: hacer silencio, prestar atención y seguir el sonido.

 

Actualización: Luego de haber hablado acerca del juego, se continúa el diálogo guiándolo hacia el tema vocacional.

 

La Vocación

-Para entrar de lleno al tema de la vocación, se pregunta primero a los participantes qué significa la palabra "vocación". A partir las respuestas que den, contarles que vocación significa "llamado", y que todos estamos "llamados" a una vocación en particular. La vocación puede ser a una profesión, un oficio, el matrimonio, una vocación religiosa, etc.

 

-En este momento se puede pedir a los participantes que cuenten qué quieren ser cuando sean mayores (o que querían ser de chicos cuando crecieran), y por qué sienten que es eso lo que quieren.

 

-A continuación llevar a los participantes a descubrir las características de la vocación, a partir de las conclusiones obtenidas a partir del juego y de los comentarios de los participantes acerca de qué quieren ser cuando crezcan, por ejemplo:

 

Así como todos tenemos una vocación a ser algo, ya sea profesionalmente, familiarmente, etc. también todos tenemos una vocación divina, a la que Dios nos llama. Dios no quiere cristianos que se conforman con ser simples espectadores en la vida, que se conforman con "ir a sentarse a escuchar Misa los domingos" y nada más. Dios nos llama a hacer algo más por El en esta vida. ¿Y cómo podemos hacer para descubrir esa vocación divina a la que Dios nos llama?

 

Cuento: El Científico y la Rosa

(de Mamerto Menapace)

Se trataba de un científico serio. No de un guitarrero. Le habían pedido que estudiara los problemas de un rosal que estaba pasando por dificultades en su período de floración. Tomó las cosas muy en serio. Primero estudió la tierra. Descubrió que estaba cerca de una pared cuyos cimientos llegaban hasta sus raíces. Los escombros de la construcción habían sido tirados precisamente en el lugar donde luego se plantó el rosal. Se trataba de una tierra con historia y con condicionantes en parte negativos. Además, toda la lluvia que caía sobre aquella parte del tejado, se descargaba en el alero que daba justo sobre la planta. Carecía de sol por la mañana; en cambio de tarde lo tenía en demasía por el reflejo de la pared encalada que le devolvía duplicado el calor. Había muchos porqués en la historia previa de su tierra, y en la geografía que le tocaba compartir. Pero también los había en su propio ser de rosal y en la historia de su crecimiento. Porque la variedad no era la más adaptada a este clima. Fue plantada fuera de época y de pequeña había soportado una terrible helada, que por poco termina con su existencia.

 

¡Cuántos traumas y condicionantes! Realmente leer el informe era como para desesperarse. ¿Qué se podía hacer? Aparentemente se trataba de circunstancias irreversibles, o muy poco variables ya. Pero la suma de los porqués del pasado de la rosa no daban ninguna explicación sobre el para qué de su existencia allí, en ese lugar y en esas condiciones. Fueron nuevamente al científico para pedirle un consejo. Más que ello, quisieron saber para qué la planta estaba justamente allí y no en otro lugar. Para qué se le pedía al pobre rosal que viviera esa geografía e historia con tantos condicionantes negativos. Y el hombre, que era un científico en serio, no un guitarrero, les respondió: "Eso no me lo pregunten a mí. Pregúntenselo al jardinero"

 

Y era cierto. La respuesta estaba integrada en un plan mucho más amplio que el de la simple historia comprobable de la planta. El jardinero tenía un proyecto en totalidad que abarcaba todo el jardín. En su sabiduría conocía muy bien lo que con su ciencia descubriría el científico. Y sin embargo, quiso que la rosa viviera, y que su existencia embelleciera dolorosamente aquel rincón del jardín, comprometiéndose a vigilar sus ciclos y a defender su vida amenazada. El jardinero estaba comprometido tanto con la rosa como con toda la vida y belleza del jardín. Esto dependía de un plan nacido en la sabiduría de su corazón, y que por tato o podría nunca ser investigado por el científico, que reducía su búsqueda a la mera existencia de la planta individualmente considerada en su geografía concreta.

 

Al médico podrás preguntarle sobre los por qué de tu dolor. Al psicólogo sobre la raíz de tus traumas. Al historiador y al sociólogo el pasado que te condiciona. Pero el para qué fuiste llamado a la vida aquí y ahora, eso tenés que preguntárselo a Dios, al Jardinero.

 

Por eso, para descubrir cuál es la vocación a la que hemos sido llamados, tenemos que buscar la respuesta en Aquel que nos puso en esta vida como parte de un Plan, de Aquel que nos pensó con un sentido, con un para qué, con una misión que cumplr.

 

"Pero , Israel, mi servidor, Jacob, a quien yo elegí, descendencia de Abraham, mi amigo; tú, a quien tomé desde los confines de la tierra y llamé de las regiones más remotas, yo te dije: ‘Tú eres mi servidor, yo te elegí y no te rechacé’. No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa." (Is 41,8-10)

 

Conclusión: "Habla, que tu siervo escucha". A modo de conclusión, compartir la vocación de Samuel (1Sam 3,1-10). Elías ayudó a Samuel a descubrir que Dios lo estaba llamando, y le dijo que se dispusiera a escucharlo, respondiéndole: "Habla, que tu siervo escucha". Lo mismo es lo que nos ocurre hoy. Dios nos está llamando. El hecho de estar en este encuentro es la voz de Dios que nos está llamando por nuestro nombre: "¡Samuel, Samuel!". Samuel tampoco sabía qué es lo que le iba a pedir Dios, pero se entregó a El y se dispuso a oír su voz. Nosotros también, hagamos el propósito de escuchar la voz de Dios a lo largo de este año, que nos va a hablar de muchas maneras, principalmente a través de estos encuentros en los que vamos a conocer más profundamente a Dios y a la vocación misionera. Estemos con el corazón atento para oír su voz.

 

 

Oración Final

Se invita a los participantes que le expresen a Dios en voz alta su disposición a estar atentos para escuchar su voz y descubrir cuál es la vocación a la cual El los está llamando, y a pedirle fuerzas para ser perseverantes en esta búsqueda que hoy se inicia. Para acompañar la oración, puede cantarse "Habla, que tu siervo escucha" u otro semejante.

 

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