- CAMINO MISIONERO -

Los temas del Kerygma: Tema 3 -

- JESUS NOS HA SALVADO DEL PECADO -

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Objetivo:

Que los participantes lleguen a tener su encuentro personal con Cristo resucitado como su Señor y Salvador, para que se dispongan a abrir las puertas de su vida para que Jesús entre en ella y permanezca en sus corazones.

 

Marco Teórico:

Ante la realidad del pecado, el hombre no debe desesperarse. Hay una buena noticia: Jesucristo ya nos salvó y perdonó pagando con su muerte en la cruz, con el precio de su sangre, la deuda que había generado el pecado. Con su resurrección abrió a la humanidad nuevamente las puertas del Cielo y la posibilidad de recuperar la amistad perdida con Dios. Ya estamos reconciliados con Dios y es posible ser felices de nuevo. ¡Jesucristo nos ha salvado!

 

(Lecturas complementarias para el animador: CIC 601-605; 608-609; 613-618; 651-655)

 

Motivación: Juego "Cazadores de Rehenes"

Se divide a los participantes en dos grupos.

 

-Cada equipo tendrá un cazador y un arma de caza (una pelota de color).

-El cazador puede cazar a los del otro equipo arrojándoles su pelota para que los toque sin caer al suelo.

-Una vez que un jugador es cazado, es llevado a la guarida del equipo contrario, donde permanecerá cautivo hasta ser rescatado.

-Solamente el cazador puede cazar. Si cualquiera del equipo logra agarrar la pelota, debe entregársela al cazador.

 

-Cualquiera de los miembros de un equipo (inclusive el cazador) puede utilizar la pelota del otro equipo, para salvar a los compañeros cautivos, arrojándosela y logrando que el otro la agarre sin que toque el piso.

-Nadie puede quitar la pelota a otro, es preciso esperar a que sea arrojada.

-Si alguien agarra la pelota del equipo contrario no habiendo nadie para salvar de su equipo, queda automáticamente cazado y debe ser llevado a la guarida del equipo contrario.

 

 

Luego de jugar, discutir con los participantes acerca de los roles que desempeñó cada uno de los participantes, haciendo hincapié en el hecho de "salvar". Buscar otros juegos en los cuales se utilice la idea de "salvar", como por ejemplo la salvadera, el prisionero, la escondida ("por mí y por todos mis compañeros") y el deshielo, y analizar los roles de cada jugador en ellos.

 

Distintos usos de la palabra "salvar"

Existen distintos usos de la palabra "salvar", dependiendo del contexto en el cual se la utilice. Para analizar algunos de ellos, se propone a los participantes que, divididos en pequeños grupos, cnstruyan en cinco minutos la mayor cantidad posible de oraciones utilizando distintos significados del el verbo "salvar". Analizando las oraciones que hicieron los participantes, identificar los distintos usos que se da a la palabra. De lo conversado pueden surgir los siguientes usos:

 

 

La salvación en nuestra vida cotidiana

Se propone a los participantes compartir situaciones en las que ellos hayan "salvado" a alguien, o alguien los haya "salvado" a ellos o a alguien cercano a ellos, manifestando qué sintieron en esa oportunidad.

 

Jesús ya nos salvó...

En la catequesis aprendimos que "Jesús es nuestro Salvador" (1Jn 4,14). Hoy vamos a descubrir un significado más profundo de esta frase.

 

El mismo nombre de Jesús significa "Yavé Salva" (Jeo=Yavé, shua=salva). Desde el principio, todos reconocieron y manifestaron a Jesús como salvador. El ángel que le anuncia a José que va a ser padre de Jesús (Mt 1,19-21), le dice que le ponga este nombre porque El salvará a su Pueblo. Después los ángeles anuncian a los pastores que ha nacido el Salvador (Lc 2,8-11) y Simeón manifiesta públicamente que ha conocido al Salvador cuando ve al niño Jesús en el templo (Lc 18,35-43)

 

Puede utilizarse el siguiente testimonio de Pablo, que da gracias por haber sido salvado por Jesucristo de su vida de pecado para iluminar la salvación: 1Tim 1,12-17

 

Y esta salvación se obró por el Amor que Dios nos tiene: "Así Dios nos manifestó su amor, envió a su Hijo único al mundo para que tuviéramos vida por medio de El. Y ese amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados" (1Jn 4,9-10)

 

La salvación se llevó a cabo mediante la muerte de Jesucristo en la cruz, como lo atestigua san Pablo: "Por él (Jesucristo) quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz. Antes, a causa de sus pensamientos y sus malas obras, ustedes eran extraños y enemigos de Dios. Pero ahora, él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte…"(Col 1,20-22a).

 

Nota:

La muerte de Jesucristo fue por nosotros, para salvarnos, para traernos el perdón de Dios por nuestros pecados. ¿Podía haber elegido Dios otra manera de salvarnos, sin la necesidad de que su hijo sufriera y muriera en una cruz ? Por supuesto que sí. Jesucristo podría haber aparecido glorioso en una nube, y mágicamente regalarnos la salvación con una varita mágica. Pero Dios es un Dios pedagógico, y que hace las cosas de la manera en que los hombres estamos preparados para entenderlas. La gente de esa época (y no tan sólo de esa), tenía la concepción de que si alguien había hecho algo malo, debía "pagar" por ello. Si alguien había hecho un mal a otra persona, debía recibir también un mal a cambio (recordemos eso de "ojo por ojo, diente por diente"). Bueno, los judíos de esa época, sabían que habían actuado mal con Dios, y sentían la necesidad de ser perdonados, pero para ello sentían que debían "pagar" por sus pecados, que debían recibir un "castigo". También era común en esa época que otra persona, un pariente por ejemplo, pagase ese castigo. Si alguien mataba a un pariente mío, yo podía ir y matar a ese alguien o a su hijo por ejemplo, con lo que el crimen quedaba pagado. Atendiendo a esta mentalidad de los hombres de esa época (medio extraña para nosotros en nuestros días), alguien debía pagar por los pecados de la humanidad, alguien debía sufrir, alguien debía morir. Y como no podía ser un cualquiera el que pagase esa deuda, Dios mismo eligió entregar a su propio Hijo, para que en representación de toda la humanidad pagase por todos los pecados de todos los hombres. Aunque suene un poco cruel, pero era la única forma en que la gente de ese tiempo iba a sentirse realmente liberada de la deuda del pecado, porque alguien había pagado por ellos con su vida. Si Cristo, en vez de venir en aquel entonces hubiera venido ahora, vaya uno a saber qué tendría que hacer para que entendamos....

 

 

...pero todavía no.

Si Jesús ya nos "salvó" del pecado con su muerte y resurrección ¿por qué el mundo no es ese paraíso que Dios prometió? ¿Por qué no todos los hombres viven unidos íntimamente a Dios gozando de felicidad? ¿Es que acaso el Plan de Dios no resultó?

 

Con su muerte en la cruz, Jesús nos salvó de una vez y para siempre a toda la humanidad. El nos abrió las puertas de la salvación, pero es preciso que cada uno de nosotros hagamos nuestra esa salvación atravesando esa puerta. Es como si nos hubiera tirado un salvavidas: ¡tenemos que agarrarlo primero, para poder ser salvados!

 

 

 

Se propone leer la curación del ciego narrada en Mc 10,46-52. En la reconstrucción hacer notar los siguientes elementos:

 

 

 

Jesús quiere salvarme a mí

Hoy, la humanidad necesita ser salvada nuevamente.

 

Todo esto acerca de la salvación de Jesucristo, está muy bien. Pero he aquí un grave error en el que podemos caer los cristianos:

 

"Terminada la Misa, una mujer se acerca al sacerdote, entusiasmada, y le dice: Hay padre. Su sermón de hoy me pareció estupendo. ¡Le viene de maravillas a un montón de personas que yo conozco!"

 

Muchas veces, nos limitamos a teorizar demasiado a Dios: "Jesús vino a salvar a la humanidad". Pero Jesús no vino para salvar a la humanidad así en abstracto. Jesús vino a salvarnos a cada uno de nosotros, y no nos salvó hace dos mil años, sino que nos quiere salvar hoy.

 

Es preciso que cada uno de nosotros descubramos que necesitamos ser salvados. Que no porque sentimos que somos "buenitos", Jesús no tiene nada que hacer en nuestras vidas. Cada día de nuestra vida necesitamos la acción salvadora de Jesús para que nos vaya acercando cada vez más a su Padre. Jesús no vino a salvar a los demás, sino a salvarme a mí.

 

 

Oración final

Se ubican todos frente a una cruz con Cristo crucificado y se los invita a escuchar a Jesús que hoy quiere hablarles, y se hace escuchar la canción "Nadie te ama como yo". Luego de ello, se invita a los participantes a expresar su agradecimiento a Jesús por ese gran acto de amor, por esa salvación que nos ha regalado. Luego de las oraciones personales, se canta el estribillo en tercera persona: "Nadie me ama como vos…".

 

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