6º Congreso Misionero Latinoamericano 
(CoMLa 6)

1º Congreso  Americano Misionero (CAM 1)

CONFERENCIAS

VOCACIONES MISIONERAS

Conferencia pronunciada por Mons. Jesús Quinteros

Monseñor Jesús Quinteros nació 15 de agosto de 1949 en Colombia. Fue bautizado el 21 de agosto de 1949. El 16 de julio de 1975 recibió la ordenación sacerdotal en la diócesis de Ist Mina - Tado. Esta diócesis es una de las más difíciles para el trabajo pastoral, ya que cuenta con unos 35000 indígenas afroamericanos.

Dice Monseñor Quinteros: "...El misionero es perseguido y calumniado ¿por qué? Porque es sal y la misión de la sal es proteger, es cocer, abrir hoyo, destruir todo lo que es corrupción, -y eso normalmente ha incomodado a muchos-. Porque anuncia la verdad por encima de todo, por lo cual hacer que desaparezcan las tinieblas -y eso a muchos incomoda-...". El con su vida da testimonio de valentía en el anuncio del evangelio. Sufrió dos veces el secuestrado por Cristo y la fidelidad a la verdad. El primero fue desde el 24 de noviembre de 1997 al 09 de diciembre del mismo año y el segundo desde el 15 de agosto al 19 de septiembre de 1999. ,

 

Bueno, a mí me gusta a veces dar estos datos porque a través de estos da uno gracias a Dios por los beneficios que ha recibido. Yo nací el 15 de agosto, 1949, a la una de la mañana, fiesta patronal en la parroquia donde nací: Nuestra Señora de la Asunción. Y me cuenta mi abuelo que, ese día, con motivo de la fiesta patronal llevaron a la parroquia la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima, que en esos tiempos había salido también a visitar distintos lugares de América.

-¿Y cuándo lo bautizaron?-. -Nací un martes y me bautizaron a los seis días, un 21 de agosto-. Para que me bautizaran monté a caballo un domingo a las dos de la tarde.

-¿Quién?-. -Un sacerdote llamado Celedoño Alismendi, de la Arquidiócesis de Medellín-.

En primer lugar: -¿para qué (me bautizaron)?-. -Para alabar a Dios-.

En la historia de cada uno Dios ha hecho cosas extraordinarias. Y en el marco de nuestra reflexión del día de hoy, (que cuando me dijeron hasta yo me puse a escribir uno datos, no se si los iré a leer si quiera), hablaremos, más que todo de lo que es: llamado y respuesta; llamado y envío, vocación a la cual hemos sido llamados.

Llamados y enviados son quizás los dos términos que más vamos a tener en cuanta en las reflexiones de esta mañana. Yo quisiera que ustedes como jóvenes, algunos casi muy jóvenes, con ilusión reflexionen y delante de Dios miren hacia el futuro, con valentía y con mucho entusiasmo.

El primer llamado que hemos recibido es el "llamado a la vida", ¿cuánto pagaron ustedes? ¿Cuánto pagamos para recibir el don de la vida? El amor de Dios se manifestó en el amor de nuestros padres y nosotros pudimos ver la luz del sol, pudimos ser la alegría de nuestras madres, (¡imaginémosla cuando nos tenía delante de sí después de haber estado en la intimidad de su ser durante nueve meses! Cosa extraordinaria).

A veces pasamos la vida muy desapercibidamente. Hoy vamos a dar gracias a Dios por el don de la vida, porque nos ha amado, nos ha predestinado y nos ha llamado a ser ¡alabanza de su gloria! A ser santos en el Hijo que es Santo, (si quieren después confrontan con la carta a los Efesios capítulo uno versículos cuatro y cinco).

¡Alabanza de la gloria de Dios! Y nos llama a ser sus hijos. Yo creo que nuestras madres, antes de nosotros nacer, estaban pensando dónde, cómo y las circunstancias donde íbamos a recibir las aguas del bautismo. (Y si no les han dicho, pregúnteles a sus mamás todo lo que precedió a vuestra llegada a este mundo). Y en pocos días, en el caso mío a los seis días, recibimos el bautismo: llamados a la fe, a ser hijos de Dios, a experimentar el gozo de la presencia de Dios.

Yo creo que todos ustedes saben la fecha del bautismo, la fecha del nacimiento. Como un pequeño, en diez segundos, cada uno le va a decir al del lado la fecha de nacimiento, la fecha de bautismo, la parroquia y el nombre del sacerdote. (Lo que recuerda, diez segunditos... ).

¡No cuenten toda la historia!... Ya. Levanten la mano todos los que pudieron dar todos esos datos... bueno, aplausos para todos ellos. ¡Oiga!, entonces qué tarea que he dado yo. Le van a decir a la mamá: ¿mamá, como fue ese día en el cual te dijeron ¡hay que hermosa niña!? Vamos a recordar esos datos, vamos a consultarlos, vamos a darles gracias a Dios por la vida, por el día del bautismo. Y si de pronto está el sacerdote por ahí vivo: averigüen, recen por él, y si lo pueden alguna vez saludar, salúdenlo con cariño.

Primero -yo diría esto- como jóvenes, y todos ustedes de los grupos misioneros,: "amemos la vida", sintámonos felices de nuestra existencia, sea como sea. No se pongan ustedes a pensar: ¡ay, pero es que yo tan bajito o yo tan gordo, o mi nariz así, o mi cabello de esta forma!. No: felices de la vida que hemos recibido, como nos la ha regalado Dios. Afortunadamente todos somos distintos, como sería si todos fuéramos como clonados... Entonces amemos la vida, defendamos la vida. Ayer un sacerdote me decía que había sido expulsado de Cuba porque estaba en la campaña en favor de la vida y en contra del aborto. Se nos hablaba en el Congreso (CAM I), en estos días, que también en China hubo una persecución y entonces se sacrificaron cerca de veinte millones de niñas pequeñas, que eran hijas de matrimonios que ya habían tenido un hijo: ¡prohibido tener más de un hijo!... Amemos nuestra vida, sintámonos felices y defendamos la vida.

Otro puntico: somos en el mundo cerca de seis mil millones de hombres. Conocemos a Jesucristo más o menos una tercera parte, quiere decir que suman más o menos cuatro mil millones los que no lo conocen. Nosotros tenemos la alegría y la fortuna de haber recibido la fe el bautismos, de sentir la gracia y el amor de Dios. ¡Que bueno queridos misioneros que se despertara en nosotros ese fuego que nos impulse a transmitir a muchos otros a Jesús! Cuatro mil millones. Y entre nosotros se necesita que se despierte el amor y un amor fuerte que nos lleve a sacrificarlo todo, a estar dispuestos a todo, a entregarlo todo... Es posible. Y tenemos en la historia ejemplos extraordinarios de gente: niños, jóvenes y adultos que se han entregado con toda generosidad, se han sentido felices y en este momento nosotros los miramos como modelos y los admiramos y los recordamos. Qué decir de Pablo, de los apóstoles que fueron enviados e inmediatamente respondieron con alegría. Cuántas dificultades tuvo que enfrentar Pablo, pero él tenía que decir lo que experimentaba: ¡ay de mí si no evangelizo! Se sentía impulsado, totalmente impulsado a la evangelización. Pablo de Tarso. Y miremos cuantas veces fue apedreado, desechado, náufrago, apaleado, lo dejaron por muerto y después le cortaron la cabeza. Y ¿qué es para nosotros? Han pasado ya los veinte siglos, próximos a celebrar los dos mi años y ahí esta como una de las rocas fuertes sobre las cuales descansa la fe de la Iglesia. Porque él fue auténtico evangelizador, auténtico enviado, fue fiel y fiel hasta a la muerte como lo fue Pedro, a pesar de sus debilidades, y como lo fueron a lo largo de la historia los santos. En estos días recordamos con cariño a San Francisco Javier, como patrono de las misiones; a Santa Teresita del Niño Jesús y -¿a quién más muy cerca de ustedes?-. -A San Roque González-. Pero no solamente estos.

Desde niño yo conozco misioneros intrépidos y valientes, que nadie más los conoce y que han trabajado y se han desgastado en medio de la evangelización, en medio de dificultades, persecuciones y calumnias. Estoy seguro de que ustedes conocen muchos otros también. A ellos nos encomendamos. Yo recuerdo, por ejemplo, con mucho cariño y con mucho entusiasmo un obispo misionero de Colombia, quien fundó una comunidad religiosa misionera: para las misiones extranjeras de Yarumal (Yarumal es un pueblo pequeño en Antioquía, Colombia). Desde su juventud con intrepidez y valentía afrontó todas la dificultades de la evangelización, sufrió, fue calumniado y todavía es calumniado. Muerto, santo, fundador de varias comunidades religiosas misioneras ¡y todavía es calumniado! ¿Por qué? Porque es sal y la misión de la sal es proteger, es cocer abrir hoyo, destruir todo lo que es corrupción, -y eso normalmente ha incomodado a muchos-. Es anunciar la verdad por encima de todo, es hacer que desaparezcan las tinieblas -y eso a muchos incomoda-.

Pues esto lo digo yo como recuerdo mío, pero al hacer la reflexión yo quiero que ustedes jóvenes, sacerdotes, religiosas y seminaristas; piensen en esos que están muy cerca todavía, quizás vivos, y que están allá en el surco. Que están en el trabajo, que madrugan y trasnochan para que Jesús sea conocido y amado.

La Iglesia sigue siendo Iglesia, igual que Jesús que es el mismo ayer, hoy y siempre. La Iglesia sigue siendo la misma. Esto se debe a que Jesús dijo: "las puertas del infierno no prevalecerán y yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin el mundo". Y ¿por qué dijo esto? Porque ese día los llevarán ante los jueces, serán juzgados y muchos tendrán que dar el testimonio de la sangre, por el nombre de Jesús; y eso enriquece a la Iglesia. Es duro ciertamente y nos recuerda los tiempos de la persecución, pero la Iglesia sigue siendo siempre la misma.

Uno de los sacerdotes que dio testimonio en el congreso nos hablaba de los muchos que todavía están encarcelados por anunciar a Jesucristo, la limitaciones que se colocan y las muertes que todavía se dan. Hace unos once años, precisamente, uno de los obispos misioneros de Colombia, (diría, hijo del obispo misionero Miguel Ángel Builes), fue hecho prisionero de un grupo guerrillero que se denomina E.L.N y fue asesinado.

Jesús Emílio Jaramillo fue digno de testimoniar a Jesucristo en esa forma, y solamente él. Sin embargo muchos sacerdotes han muerto, porque han preferido morir a callar, porque han sentido eso de que: "¡ay de mi si no predico el Evangelio!". Lo mismo ha sucedido con muchos sacerdotes de Colombia y fuera de Colombia. Ultimamente, hace más o menos dos meses, otro grupo guerrillero denominado E. P. L. -Ejército Popular de Liberación- asesinó al Padre León Camacho, perteneciente a la diócesis de Pamplona, en Colombia.

Y en medio de la confusión y de la violencia se anuncia. -¿Qué?-, -el evangelio de la paz-; -¿a quién?-, -a todos-. Pero hay algunos que no quieren la paz, algunos que no aceptan el mensaje de Jesús. ¿Cómo hacer? ¿Desanimarnos? ¿Echar para atrás? Ni lo más mínimo. Siempre hacia adelante, confiando en Dios y rogando por todos ellos. Sí, esos grupos siguen y, haciendo presión en una forma u en otra. Pero sin duda es la situación que se vive en todas partes: se siguen sacrificando vidas humanas.

De modo pues hermanos que, es como para que de este Congreso tomemos ánimos y sintamos nuestra vocación: "llamados a la vida", "llamados a la fe", "llamados a compartir la fe", y como nos dice el lema "América con Cristo sal de tu tierra", "América con Cristo sal de tu tierra". ¿Para dónde se van a ir ustedes?.

¡Ser misioneros!, es muy bonito repetir esto,... y allá en el Congreso donde estamos cerca de los tres mil también: "sal de tu tierra". Y se grita y todo eso y hay alegría. Pero si hay que pensar ¿qué significa salir de nuestra tierra?.

"América con Cristo sal de tu tierra".

"América" ¿por qué América? Porque en América vive la mitad de los católicos. Entonces de aquí tenemos que salir la mayoría de los misioneros. Y tenemos que salir con el corazón lleno de amor, encendido como un ascua que no se apague, que apague la fiebre, las persecuciones, las calumnias, las incomprensiones y toda clases de enfermedades. Que queden absorbidas totalmente por el fuego del amor que hay en el corazón de nosotros, los que somos enviados por Jesús como él fue enviado por el Padre.

"...Como el Padre me envió, así los envío yo...".

"Con Cristo". Él es el que nos envía, que bueno recordarlo. Porque entre ustedes algunos no van a salir de Argentina, pero a lo mejor pueden hacer más de los que tiene la gracia de salir de la Argentina. El ejemplo lo tenemos en Santa Teresita del Niño Jesús en su vida y su sencillez. El ardor de su corazón la llevó a dinamizar, a echar una corriente de valentía, de amor y de fuerza a toda la Iglesia. Se sentía el corazón de la Iglesia. Y ¿qué es lo que hace el corazón?-. -Bombera con fuerza la sangre para que llegue a todas las partes del organismo-. Decía ella: "... en el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor...". La fuerza y el dinamismo para la misión de la Iglesia llegan a través de la oración, la consagración y la entrega total a Jesús; el misionero del Padre, que nos envía a todos nosotros como misioneros.

Entre los que se van a quedar aquí, que bueno, que el corazón esté siempre latente por el deseo del anuncio y de ayudar a todos los hermanos que parten; ya sea para Asia, África, Oceanía, Japón u otros países de América. Donde haya personas, allí han de llegar con el Evangelio. Y los que salen, con la fuerza y el poder de Dios y la oración, sean fieles hasta el fin, sin olvidarse de la promesa y del texto total del envío, que es hermoso.

Si tuviera tiempo para comentarles mis experiencias... Yo pertenecía desde seminarista a la diócesis misionera más difícil de Colombia. En la costa pacífica. Aquí en mi mente -que afortunadamente esta bien todavía- hay muchos recuerdos, detalles, pero muchos detalles de los viajes misioneros y de cómo pude constatar que la Palabra de Jesús se cumple. "...el cielo y la tierra pasarán, mis Palabtras no pasarán..."(dice Jesús).

Y ¡Cómo se siete eso de: "id y anunciad la Buena Nueva a toda la creación"! Eso nos habla de la creacion y de la armonía que debe establecerse entre el hombre, la naturaleza y todo el cosmos. Eso es evangélico y es anuncio auténtico del Evangelio. El que crea y se bautize se salvará.

Llegar el misionero a una comunidad indigena, tener que amanecer en un rancho, pobre al máximo. Esa noche un indígena da gracias a Dios porque ha visto con sus ojos el hijo que ha llevado nueve meses en sus entrañas. Y al otro día le pide al misionero que lo bautice. ¿Por qué? El protagonista de la evangelización, el Espíritu Santo, está trabajando poderosamente en cada uno de los llamados, sin distinción alguna. Porque todos somos llamados. El que crea y se bautize se salvará ... .

He aquí los signos que acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios. Léanse los 16 capítulos de Marcos y constaten la realidad. Miremos la sociedad moderna y como están postrados ante las fuerzas del mal, y hasta hay algunos que abiertamente se proclaman seguidores de Satanás. En mi nombre expulsarán demonios. Y como caen y como se constata eso que dice: "...veía a Satanás caer como un rayo..." y permitir la iberación de tantos hermanos.

"...Hablarán el lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos, si toman veneno no les hara daño...", son las Palabras (de Jesús). A veces hay timidez para proclamar esto en medio de la sociedad que se considera autosuficiete, pero Jesús no cambia y el Evangeio es el mismo.

"...Impondran las manos sbre los enfermos y se pondran bien...". No es para afanarse, ustedes que creen. No es para vivir de imaginaciones que no tienen fundamento. Pero si para realizarlo por medio de la obra misma que la realiza Jesús. Y después dirán: no, Jesús te ha curado, Jesús te ha liberado, Jesús te ha llenado de amor y de gracia. Es Jesús el que ha hecho la obra maravillosa; él no falla, está siempre connosotros, él el misionero del Padre ... como la flor que aparece por la mañana y por la tarde se seca, eso somos.

Entonces por qué preocuparnos. En el momento en que se sufre y se pasa por las dificultades uno siente temor, pero Jesús en más fuerte que todo y cuando pasa se recuerda con cariño: las veces que se durnió en la playa, en el monte, sin ningún abrigo, las dificultades, las veces que hubo que declarar ante las autoridades por X ó Y, las persecuciones... Y después se enriquece el alma y se dinamiza la vida del misionero porque se constata que a los largo de la vida Jesús es el que ha actuado.

Entonces que venga todo, ahí si, lo que decian los santos: que venga todo y que llegue todo, y ¿cómo soportarlo? Creo que solamente diciendo esas palabras de algunos de los Santos: "dame lo que me pides y pideme lo que quieras". No se preocupen.

¡Ay, que si va uno por allá y lo apresan y lo matan!. Yo estoy seguro que en los martires en ese momento la gracia estaba por encima. Y estaba el gozo y la felicidad de poder dar testimono por Cristo, testimonio por Jesús.

No fallará la Palabra de Señor, etonces ánimo, él está con nosotros. Si somos autéticos misioneros, enviados por Jesús como Jesús fué enviado por e Padre, no podemos temer. Yo he vencido el mundo, lo dice Jesús. La valentía, la parresia transformará la vida del que abra su corazón a Dios. Y les repito: si permanecen en Argentina, que el corazón sea una llama que no se apague. Si tienen la gracia de salir, consideren todos los paices como la propia patria y la patria de ustedes como si vivieran extraños, extranjeros. Porque la patria del misionero es el mundo. Y que toda la riqueza de cultura que hemos recibido de la sociedad donde hemos estado se ponga al servicio del mundo, de todo el universo. Porque somos la Iglesia enviada por Jesús que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Allí entonces encontraremos fuerza.

Sabemos que hasta aquí llega Agentina y llega Chile y por aquí Paraguay y por aquí el Uruguay y el Brasil... Juegos, son los juegos de los hombres y para algunas cosas sirven. Sin embargo las dimensiones del crsitiano son universales, las dimensiones del misionero son universales. Nuestra patria es el mundo y estamos llamados a anuncciar a todos que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesias, el Salvador, el Amigo, el Pastor, el Salvador del mundo.

"...Vosotros sois mis amigos si haceis lo que yo os mando...". Quiero terminar dejándoles unos punticos que a mí me han servido para no abandonar el camino, para no abandonar a Jesús, para ser fiel:

Primero. Amor a la Palabra de Dios. Leer y asimilar el mensaje que está escristo y el que está en la Tradición a través de los comentarios de la Palabra divina. Quieran mucho al Palabra y cuando empiecen a gustarla entonces ya nuestro espíritu estará en el descanso y empezará a hablar y a responder a ese mensaje de Dios.

Así, en segundo lugar, se encontrarán con la oración expontanea, propia del contemplativo, del verdadero misionero. El amor a la palabra de Dios y la oración que será descanso del alma, son el oxígeno de la vida Cristiana.

Tercero. Cuando estemos unidos al Señor por la oración, como imnotizados, como engolosinados por lo que Él nos dice, lo que sentimos y lo que él transmite: vendrán sufrimientos y sacrificios. Pero el amor ha preparado el terreno. Y entonces no solamente diremos quítame Padre bueno este dolor, esta enfermedad y este sacrificio. Sino que vamos a querer sufrir y amar a Jesús que sufrió la muerte para la salvación del mundo. Entonces se compaginan perfectamente y se establece una corriente de amor entre la Palabra, la oracón y el sufrimiento. Que envuelve toda la vida del auténtico cristiano, del auténtico misionero.

Y para que no nos sintamos solos siempre invoquemos a María, siempre. Recuerdo algo de las vida de misión: como en medio de una pequeña cama casi al descubierto se podían mirar las estrellas y como esa presencia de la Madre se hacia casi sencible. Y entonces cuando se siente, uno piesa: -aquí uno como que siente más a la Virgen, es bueno estar aquí en estos montes entonces-. Y se superan todas las demás dificultades, ya que ella nos acompaña siempre. Y si está en Luján, está en Lourdes, y está en Guadalupe, es para que nos convensamos de que nos acompaña a todos como Iglesia. Que está a nuestro lado. Porque ella es la que nos a dado a Jesús, el verdadero misionero, el primer misionero. Queridos hermanos, jóvenes y de los grupos misioneros: "América con Cristo sal de tu tierra".