HISTORIA DE LA ACTIVIDAD MISIONERA EN

América del Sur a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX

Fuente: País Global

Notas
1) Límite entre las colonias españolas y portuguesas a comienzo del siglo XVIII
2) Íd. del Tratado de Madrid de 1750, rectificado en 1777
3) Límites administrativos coloniales
4) Expansión de los "bandeirantes"
5) Rutas del comercio marítimo
6) Puertos habilitados para el comercio con la metrópoli; 
7) Territorio de las misiones jesuitas.

El espíritu reformista que animó el siglo XVIII español se reflejó asimismo en las colonias americanas. Los gobiernos de los Borbones, sobre todo los de Carlos III, intentaron hacer del Imperio americano un bastión que pudiera resistir la arremetida británica y un centro de progresivas riquezas para el continente y la metrópoli. Sin embargo, hubo un error de partida: la claudicación implicada por el Tratado de Madrid de 1750, firmada por Portugal para resolver la litigiosa cuestión de límites provocada por la expansión de los paulistas "bandeirantes". Pese a la rectificación de 1777, el espíritu de aquel pacto perduró como representativo del reconocimiento por España de un estado de hecho que no respondía a las estipulaciones del Tratado de Tordesillas en 1494. Toda la Amazonas y la región de Matto Grosso, más la región cercana al Uruguay actual, cayeron en manos de los portugueses.

Reconocida la ineficacia de la centralización colonial en Lima, los Borbones procedieron a crear nuevos centros administrativos, de acuerdo con las entidades naturales del continente. Así aparecieron los Virreinatos de Nueva Granada y del Plata, la Capitanía de Chile y Audiencia de Quito, que, junto con la Capitanía de Venezuela redondearon la división superior de América del Sur hispana. En la inferior prevaleció la división en intendencias, sistema administrativo aplicado ya en España, de inspiración francesa.

Las reformas económicas fueron muy profundas. Dos hechos las revelan sustancialmente. La orientación del tráfico colonial hacia el Atlántico, dando la hegemonía económica de América del Sur a Buenos Aires, y la libertad de comercio entre la metrópoli y las colonias decretada por Carlos III en 1778. Gracias a esta salida, numerosos puertos americanos fueron habilitados para el comercio con otros pueblos españoles.

La política de Carlos III, contraria a la Compañía de Jesús, se reflejó en el abandono por los jesuitas de sus misiones guaraníes a lo largo del Paraná y del Paraguay.

 

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