HISTORIA DE LA ACTIVIDAD MISIONERA EN SALTA

Creación del Obispado del Tucumán

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La realidad política y religiosa de la región del Tucumán (que hasta entonces dependía eclesiásticamente del Obispado de Chile) hizo impacto en el ánimo del rey de España Felipe II, y por pedido de las autoridades del lugar, pidió la erección de la diócesis del Tucumán, que se concretó mediante la bula del Papa Pío V del 14 de Mayo de 1570. La sede de la diócesis fue establecida en la ciudad más antigua y de mayor importancia de la región: Santiago del Estero. Los primeros obispos de esta diócesis fueron el franciscano Francisco de Baumonte y el también franciscano Jerónimo de Albornoz.

 

Fray Francisco Victoria, obispo del Tucumán desde 1578, inicia gestiones para que la Compañía de Jesús enviase religiosos para evangelizar en su diócesis, lo cual recién se haría efectivo en 1586, como veremos más adelante.

 

Por el año 1579, asume la gobernación del Tucumán, el licenciado Hernando de Lerma, cuya postura y carácter fueron muy criticados por sus contemporáneos. Tuvo choques con el virrey Toledo y con el obispo fray Francisco de Victoria, desatendió las cédulas reales y desobedeció a la Audiencia de Charcas. Estos litigios provocaron una crisis en el obispado del Tucumán, puesto que el gobernador desconoció a los emisarios del obispo, hizo encarcelar a los frailes de la orden de la Merced y tuvo abiertos enfrentamientos con el obispo. Todo esto causó desconcierto entre los misioneros, muchos de los cuales huyeron del Tucumán. Aparentemente, dentro de todos los desaciertos del gobernador, el único mérito que cabe atribuirle es la fundación de la ciudad de Salta.

 

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