CMSa 3  

3º Congreso Misionero de Salta (Argentina)

 

 "Iglesia de Salta, tu vida es misión!" 

Introducción
Temario y Justificación
Tema 1: Nuestro encuentro con Jesucristo vivo
Tema 2: La Iglesia, misterio de Comunión para la Misión
Tema 3: La Actividad Misionera de la Iglesia
Tema 4: Todos somos Misioneros
Tema 5: La misión, vida de la comunidad parroquial
Anexo I: El Camino Misionero en Salta

 

Instrumento Preparatorio

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TEMA 2

La Iglesia, misterio de Comunión para la Misión 

 

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Objetivo:

Comprender la Iglesia particular como misterio de comunión para la misión.

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1. Escuchemos el mensaje cristiano

La palabra comunión etimológicamente significa “compartir el ser” (koinonía). La comunión es la vida de Dios uno y trino.  La comunión constituye y expresa la vida de la Trinidad,  es el don que Dios hizo al hombre, llamándolo a la existencia, "a su imagen y semejanza".  Por su naturaleza, el hombre está llamado a vivir en comunión con Dios y, en razón de esta comunión con Dios, también está llamado a vivir en comunión con sus hermanos, los hombres esparcidos en el mundo.

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Desde el comienzo, Jesús asoció a sus discípulos a su vida (cf Mc. 1, 1 6-20; 3, 13-19); les reveló el Misterio del Reino (cf Mt 13, 10-17); les dio parte en su misión, en su alegría (cf Lc 10, 17-20) y en sus sufrimientos (cf Lc 22, 28-30).  Jesús habla de una comunión todavía más íntima entre El y los que le sigan: “Permanezcan en mí, como yo en ustedes... Yo soy la vid y ustedes los sarmientos” (Jn 15, 4-5).   “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 56).

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No puede haber verdadera comunión con Dios sin que ella se extienda también a los demás hombres.  Así, tampoco puede haber verdadera comunión con los hombres si ella no encuentra en Dios su fundamento y su fuente y si no se concreta como una extensión y consecuencia de la comunión con Dios. 

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El pecado es la ruptura de esta comunión con Dios y con los hombres hermanos. Toda acción o actitud que nos separa de Dios, nos separa también de los hermanos y viceversa. La redención es la reconciliación traída por Cristo para restablecer la comunión.  Y la misión de Cristo es esencialmente el restablecimiento de la comunión de Dios con los hombres, de los hombres con Dios y entre sí.

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La Iglesia recibe de Cristo la existencia para cumplir esta misión de restablecer la comunión.  Es la comunidad de los que ya recibieron el don de la comunión y son enviados a comunicarla a los demás.  En este sentido, la Iglesia es el principio y la señal del Reino, es decir, de la comunión universal.  Es el lugar donde debemos vivir la comunión para comunicarla a los demás.  Este imperativo de anunciar, comunicar y construir la comunión para que todos puedan vivirla, es la misión de la Iglesia en el mundo. Misión, es pues, comunión, en la Iglesia, entre Iglesias, y  extensión de la comunión a todos los pueblos. Jesús presentó la comunión entre sus discípulos como un signo que conducirá los hombres a la fe: “Que sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado” (Jn 17,21).

 

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Comunión para la misión en las primeras Iglesias.

La Iglesia ha entendido la exigencia de esta comunión para la misión desde su nacimiento y la ha vivido intensamente. En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (He 2,42). La característica fundamental de la vida interna de la Iglesia, desde sus comienzos, fue el amor fraterno (cfr.  He 4, 31-37), que se concretaba en la comunión de bienes.  La oración comunitaria se basa en la reflexión sobre la Palabra de Dios, aplicada a las circunstancias de la vida (He 4, 23-30).  La fracción del pan en la Cena eucarística significaba y realizaba la comunión con Cristo y con los hermanos.

 

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2. Confrontamos el mensaje con la vida

La comunión como expresión de la misión.

En virtud de la comunión, la comunidad que recibe el anuncio del Reino y comienza a vivirlo, asume a su vez la misión de irradiar la fe y la caridad como elementos constitutivos de la comunión universal. La tarea central confiada a la Iglesia es de predicar el evangelio hasta los confines de la tierra y hasta el fin de los tiempos.  Esta tarea es precisamente la que da sentido a la existencia de la Iglesia en el mundo. 

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La Iglesia no pide a los hombres que abandonen su “territorio” para pasar al “territorio de la cristiandad”.  Solamente les pide que, permaneciendo en su “territorio”, “aplanen los montes y llenen los valles” para que en un ajuste de su propia “tierra” (patrimonio religioso, cultural, histórico, social), puedan crear las condiciones y encontrar los caminos de la comunión con Dios y entre sí y con los demás hombres.  La Iglesia es la comunidad de los que recibieron el don de esta comunión y son enviados a comunicarla a los demás.  La Iglesia es una comunidad que vive la comunión y tiene la misión de comunicarla a los otros.

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Viviendo en comunión para la misión la Iglesia existe, se torna una realidad.  Para vivir la misión, vive la comunión y viviendo la comunión, cumple la misión.  Misión y comunión son dos aspectos de una única realidad que es la Iglesia.

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Ahora miremos nuestra realidad de Iglesia...

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1.- La imagen de Iglesia como “Pueblo de Dios” propuesta por el Concilio Vaticano II, no siempre es vivida en plenitud en nuestras comunidades. Muchos católicos identifican a la Iglesia con la jerarquía, o la ven como una institución a la que acuden para recibir los sacramentos, pero no la viven como su familia, como su comunidad de la que se sienten parte.

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2.- La participación de los laicos, arraigados en el Evangelio por su fe, esperanza y caridad, es todavía incipiente y limitada. En no pocos casos se les niega la capacidad de participar, tomar decisiones y aportar al crecimiento de las comunidades cristianas, lo que en el Concilio Vaticano II se vio como necesidad y urgencia.

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3.- Donde no se favorece la pastoral de conjunto, ni la participación de todas las fuerzas vivas de la Iglesia, la tarea común de la evangelización y el impacto de la misión de la Iglesia se debilitan. En cada Iglesia particular se debe prestar especial atención, para que la pastoral de conjunto se vea enriquecida con el aporte de todos, previniendo el sectarismo o capillismo que tanto mal hace al crecimiento de la Iglesia de Jesucristo.

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4.- Frente a tantas carencias de nuestras comunidades cristianas, las demás comunidades (parroquias, movimientos, etc.) deben acudir fraternalmente en su ayuda. Somos comunidades todavía muy dependientes en personal y recursos económicos. La solidaridad es un deber que debe ir más allá aún de las fronteras eclesiales. La solidaridad interparroquial e interdiocesana es débil. Hay que fortalecer los ámbitos de participación, y una pastoral que permita aprovechar con eficacia todos nuestros recursos (espirituales, humanos y materiales) y la construcción de Iglesias fraternas y participativas.

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3. Propongámonos qué debemos hacer con el Mensaje recibido

1.- ¿En qué medida vive nuestra Iglesia de Salta la realidad de Iglesia-Comunión y la experiencia de comunión de las primeras comunidades? ¿Por qué?

2.- ¿Hay en nuestras comunidades espacio para todos? ¿Nos sentimos todos los bautizados parte de la Iglesia, donde somos todos (sacerdotes, religiosos y laicos) iguales, con idénticas oportunidades de participar, aportar y servir?

3.- ¿Qué puede hacerse en nuestras comunidades para vivir más plenamente la experiencia de comunión?

4.-¿Asumimos todos nuestro compromiso y protagonismo dentro de la tarea evangelizadora de la Iglesia? ¿Por qué?

5. ¿De qué manera concreta en nuestra Iglesia de Salta se hace realidad la solidaridad hacia “otras” comunidades más necesitadas?

6. ¿Vemos un crecimiento en la unidad de nuestra Iglesia de Salta? ¿Notamos un esfuerzo por encarar una pastoral de conjunto? ¿Cuáles son las mayores dificultades en este sentido?

 

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4. Celebremos la vida

Canto de inicio. Sugerido: “Iglesia Peregrina”

Pasaje bíblico que ilumine el tema. He 4,32-33;5,14-16

Momentos de reflexión personal y luego comunitaria.

Oraciones espontaneas y respuesta de compromiso.

Padre Nuestro,  Oración del CoMSa 3

Canto final. Sugerido: Himno del CoMSa 3

 

 

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